domingo, 3 de agosto de 2014

El futuro

No sé cómo serán las cosas en unos años más. Quizás estén estables, tenga un buen trabajo, me convierta en la clase de mujer que sabe lo que quiere y lo consigue, luchando hasta el final, superando el cansancio, y deje para el mundo una gran herencia, una lección. O tal vez siga estancada en esta inmadurez, que ya veo me lleva cuesta abajo en la vida, con mi facilidad para enojarme e impacientarme, y lo poco social que soy. De hecho es normal que prefiera quedarme en mi casa haciendo nada, rechazando alguna invitación, por mal que suene. Yo sé que está mal. Es una lucha que llevo desde hace tiempo conmigo misma.

Cuando escuchan la palabra futuro, ¿No quieren salir corriendo y fingir estar en un lugar lejos, muy lejos? ¿No se les da un vuelco el corazón? ¿No tiemblan sus manos? Es como una palabra prohibida para adolescentes. La gran mayoría de nosotros vive bajo el concepto del ahora, del presente, lo que tiene tanto ventajas como desventajas.

 Lo bueno es que motiva mucho más a moverse, a actuar, a hacer algo nosotros mismos y no esperar a que las cosas sucedan en un futuro, como por obra del destino. Dejamos de ser observador para convertirnos en protagonistas de nuestro propio cuento. Nos damos cuenta de lo que somos capaces de hacer, de nuestro poder, del poder de los hechos y las palabras, que juntos forman un tercer poder mucho más grande. Es como tener una gran fuerza que te impulsa por detrás, a veces avanzas por voluntad propia, sin estar pensando.



Por otro lado, eso es también parte de lo malo. ¿Qué pasaría si todos camináramos en el mundo sin pensar? Tan sólo una masa de cabezas de músculo, como tontas marionetas. No nos gusta admitir que somos inexpertos, unos bebés en comparación con otras personas que sí saben lo que es bueno para vivir. Tendemos a cerrar las puertas a aquella voz de la experiencia, que te dice que hagas un alto. Que puedes estar equivocándote, pues eres humano. Esa parte tuya te pide que te detengas...A pensar. En el pasado, para aprender de los errores, y en el futuro, para evitar cometerlos.

La palabra futuro inspira miedo entre los jóvenes, porque se liga a la adultez. Al trabajo. A los distintos compromisos; el matrimonio, la vida laboral, los hijos, entre otros. Lo más irónico es que, si quieres hacer lo mejor para tu futuro, debes hacerlo desde el presente. De esa forma se juntan las dos maneras de vida. Como alguien que sabe que si quiere llegar al final del camino, tan peligroso, y encontrar un pueblo, signo de seguridad, pues, no lo hará nunca si se queda parado, pensando en "lo mejor para el futuro". Debe moverse, caminar. Caminar hacia adelante. ¿Sabes lo que te espera? No. Y ahí estás, siguiendo tu andar. Con gran valentía.

Se requiere una gran sabiduría para encontrar el punto perfecto entre soñar con lo que viene y aterrizar en lo que es en el momento. No saben cuánto daría por tener esa sabiduría. Por poder bajarme de la luna por siquiera cinco minutos. Por demostrar que puedo ser capaz de concentrarme y madurar. Espero que se dé con los años.

Lo bueno del futuro es que uno nunca deja de aprender. Un nuevo día, una nueva lección. Y no son de esas lecciones que aprendes sentada en una silla, con el pizarrón al frente lleno de fórmulas, fechas, y materia. Se aprende mucho más de las experiencias que se adquieren.

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